Programa Nacional de Control del Tabaco
Este programa se ocupa, entre otras cosas, de
prevenir el inicio al consumo de tabaco, disminuir las ventas del mismo en el
ámbito nacional, proteger a la población de la exposición al humo de tabaco
ambiental y promover la cesación. Abarca los aspectos principales que
determinan el alto consumo de tabaco en Argentina, en particular, su elevada
accesibilidad, la imagen colectiva positiva sobre el consumo, la alta
exposición al humo en los fumadores pasivos y la escasa capacidad de respuesta
de los servicios de salud para la cesación tabáquica.
El proyecto busca una regulación
de la accesibilidad al tabaco. Sus medidas y objetivos para lograrlo son: aumentar
los precios e impuestos a los productos de tabaco, regular la venta mínima y
evitar la venta de cigarrillos sueltos, prohibir la venta a menores de 18 años
y la venta en expendedores. Estas tres últimas propuestas fueron aprobadas e
incorporadas en la Ley Nacional
de Control del Tabaco. A su vez, el programa intenta concientizar a las
personas y busca una desincentivación del tabaquismo mediante distintos
mensajes y publicidades que prevengan este tipo de consumo. También lucha por
la creación de ambientes libres de humo. Este último se considera el enfoque
más costo-efectivo en la batalla contra el tabaquismo; al librar de humo a las
personas se protege la salud de los fumadores y no fumadores, se reducen los
costos de salud, se retarda el inicio a la adicción, se mejora la conducta
social y disminuye la aceptación social de consumo de tabaco.
Los
cigarrillos son sumamente eficientes para suministrar nicotina. Cada vez que
inhala, el fumador promedio consume entre 1 y 2 mg de nicotina por cigarrillo. Esta
llega al cerebro en unos 10 segundos, lo que contribuye a su gran poder de
adicción. El síndrome de abstinencia, característico
de la falta de nicotina, incluye irritabilidad, somnolencia, fatiga, dificultad
para concentrarse, trastornos del sueño, aumento de peso, urgencia de
fumar. El consumo de tabaco genera tres formas de dependencia:
·
Física:
provocada directamente por la nicotina, responsable del síndrome de
abstinencia.
·
Psicológica:
el hábito de fumar se ha convertido en una compañía en diferentes situaciones,
y parece imposible cambiar esta relación.
·
Social:
el fumar sigue siendo un acto social, se hace en grupos, en reuniones con
amigos, y entre los adolescentes tiene muchas veces un significado de rebeldía
y de madurez.
Estudios
recientes muestran que, en el 10 % de los adolescentes más susceptibles, las
ganas de fumar se registran dos días después de fumar su primer cigarrillo. La
mitad de los niños que prueba un cigarrillo se convertirá en adicto a la
nicotina. Por esto es tan importante hacer hincapié en que los jóvenes no
empiecen a fumar.
El consumo de tabaco es la
principal causa de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. Cada año
mueren más de 5 millones de personas alrededor del globo a causa del
tabaquismo. Se estima que la mitad de los fumadores muere de una enfermedad
relacionada al consumo de tabaco y que viven en promedio 10-15 años menos que
los no fumadores. Las principales causas de muerte inducidas por el tabaco son
las enfermedades del corazón, cáncer y enfermedades respiratorias. En las
mujeres, se suman a estas complicaciones los trastornos del aparato
reproductor. La mayoría de los efectos adversos del tabaquismo son dosis
dependientes, es decir, que son peores cuanto más se fuma. El consumo de tabaco
comienza a dañar el organismo ni bien se comienza a fumar. El hábito de fumar unos
pocos cigarrillos por día (1 a
4 cigarrillos) igualmente es dañino para la salud, ya que aumenta el riesgo
potencial de contraer enfermedades cardiovasculares.
Cada
año en Argentina mueren más de 40.000 personas por enfermedades relacionadas
con el tabaco. Esto representa el 16 % del total de las muertes de personas
mayores de 35 años.
En
los adultos, a largo plazo, la exposición al humo de tabaco se asocia con
complicaciones respiratorias; distintos tipos de cáncer, principalmente de pulmón
y enfermedades cardiovasculares.
La exposición al HAT aumenta un 20-30%
el riesgo de cáncer de pulmón y de enfermedad coronaria en no
fumadores. Está demostrado que, a mayor tiempo de exposición, mayor
riesgo. Por esto, las personas que conviven con fumadores y aquellas que trabajan
en lugares donde se permite fumar son las que presentan mayor riesgo. En las
mujeres, estar expuestas al humo de tabaco ajeno aumenta el riesgo de cáncer de
mama.
En
el hombre, el cigarrillo provoca disminución de la densidad y la velocidad del
esperma (disminuye la motilidad en un 50%), lo que se asocia
con infertilidad. De hecho, los fumadores tienen una disminución de hasta
un 75% en la fertilidad cuando se comparan con no fumadores. El fumar daña las
arterias que irrigan al pene pudiendo ser causa de impotencia. En los fumadores
de más de un paquete por día el riesgo de impotencia es 40% mayor que
entre los no fumadores.
La
nicotina disminuye los estrógenos, que son una hormona esencial para el
funcionamiento de los ovarios. Esto lleva a:
·
Alteraciones
del ciclo menstrual: tensión premenstrual, menstruaciones muy dolorosas,
ciclos irregulares o falta de menstruación.
·
Alteraciones
en la fecundidad: las mujeres fumadoras suelen tener menor fertilidad
y más problemas para quedar embarazadas (las fumadoras tardan el doble de
tiempo que las no fumadoras en quedar embarazadas); también tienen menos
probabilidades de quedar embarazadas cuando hacen tratamientos de fecundación
in vitro.
·
Alteraciones
durante el embarazo: las mujeres fumadoras tienen más abortos, partos
prematuros, desprendimientos de placenta y placenta previa que las no fumadoras.
·
Alteraciones
en la menopausia: las mujeres fumadoras suelen tener la menopausia 2-3
años antes que las no fumadoras.
El consumo de tabaco durante el
embarazo es sumamente perjudicial, no sólo para la persona embarazada sino
también para el feto en desarrollo. Está comprobado que fumar unos pocos
cigarrillos por día expone al feto a más de 7.000 sustancias tóxicas y dañinas
que pueden afectar su desarrollo y crecimiento. Cuando hay humo de tabaco en el
ambiente, el feto recibe menos oxígeno, aumentan los latidos de su corazón y se
altera el crecimiento de sus pulmones. También disminuye la circulación de
sangre por la placenta, por lo que recibe menos nutrientes.
Las mujeres fumadoras o las no
fumadoras expuestas al humo tienen más riesgo de tener bebés de bajo peso al
nacer o bebés prematuros. Los bebés de madres fumadoras tienen mayor riesgo de
contraer infecciones y de tener otros problemas de salud. Además, las madres
fumadoras tienen menor probabilidad de comenzar a amamantar y mayor
probabilidad de amamantar por menor tiempo que las no fumadoras. La leche
materna tiene notables beneficios; protege al bebé contra las infecciones y
fomenta la relación con la madre. El hecho de que una mamá fumadora tenga un
recién nacido sin problemas no descarta que éstos no aparezcan durante la niñez,
sobre todo si la madre continúa fumando. Los hijos de madres fumadoras tienen,
entre otros, mayor riesgo de: enfermedades respiratorias (asma, bronquitis y
neumonías a repetición), otitis, caries, trastornos de conducta, trastornos de
aprendizaje, obesidad y diabetes tipo 2, adicción en la adolescencia y cáncer
de pulmón en la edad adulta.
El exponer a los niños a un
ambiente de humo es sumamente dañino dado que estos respiran más rápido que los
adultos y aspiran más productos químicos nocivos por kilogramo de peso. Es por
esto que la exposición al humo de tabaco en el ambiente es sumamente riesgosa
en ellos. Los niños expuestos al humo en sus hogares tienen mayor riesgo de tos
crónica, disminución de la capacidad de sus pulmones, más episodios de asma,
bronquitis, neumonía y otitis. También aumenta el riesgo de padecer el síndrome
de muerte súbita del lactante (principal causa de muerte en el primer año de
vida) que ya está de por sí aumentado si la madre fuma en el embarazo. Los
hijos de padres fumadores tienen también mayor riesgo de: internaciones
por problemas respiratorios, alergia a los alimentos, problemas en la piel,
caries, ausentismo escolar (faltan seis veces más a la escuela que los hijos de
no fumadores y van al médico con más frecuencia). Además, estar expuesto al
humo de tabaco durante la niñez puede aumentar 4 veces el riesgo de padecer
cáncer de pulmón en la adultez y aumentar en casi un 40% el riesgo de cáncer de
vejiga.
Los fumadores que dejan de
fumar, a cualquier edad, tienen menos riesgo de morir por enfermedades
asociadas con el tabaco que los que continúan fumando. Además, mejoran mucho su
calidad de vida:
·
Dejar de fumar a los 30 años: los fumadores que
dejan el tabaco alrededor de los 30 años de edad reducen su probabilidad de
morir prematuramente por enfermedades relacionadas con fumar en más del 90%.
·
Dejar de fumar a los 50 años: los fumadores que
dejan de fumar alrededor de los 50 años de edad reducen su riesgo de muerte
prematura en más del 50% en comparación con quienes siguen fumando.
·
Dejar de fumar a los 60 años: quienes dejan de
fumar alrededor de los 60 años de edad tienen un período de vida más prolongado
que los que siguen fumando. Además, al dejar el cigarrillo, se obtienen
beneficios económicos, de salud y en el trabajo.
Diversos estudios a nivel mundial
muestran que el consumo de tabaco es una enorme carga para las familias de los
fumadores. Se denota que en los hogares más pobres se gasta un importante
porcentaje del dinero, que podría ser usado en alimentar a la familia, en
cigarrillos.
Si bien en nuestro país el costo
del tabaco es de los más bajos del mundo, los fumadores igual derrochan dinero
en algo que les daña la salud y la de los suyos.
Es importante recordar que la
mitad de los fumadores muere a causa del consumo de tabaco y que la muerte en
general se produce durante los años productivos de la persona, dejando a la
familia sin una fuente de ingreso. Además del costo de los cigarrillos es
importante agregar:
·
el costo de tratar las enfermedades causadas por
el tabaquismo
·
el costo de tratar las enfermedades causadas por
la exposición al humo de tabaco en los no fumadores, particularmente los
problemas respiratorios de los niños.
·
la pérdida de días de trabajo debido a
enfermedades y muerte prematura.
·
los mayores gastos de limpieza y mantenimiento
en los hogares de fumadores (mayor recambio de cortinas y alfombras, mayor
riesgo de accidentes e incendios).
·
los mayores gastos de ropa por el daño que el
cigarrillo puede ocasionarles.
·
el mayor costo de muchas pólizas de seguro (de
vida, del hogar, del auto y de salud) para los fumadores.
En resumen, puede decirse que los
planes implementados respecto a esta temática en nuestra sociedad tienen como
específica finalidad disminuir las tasas de mortalidad y ampliar la esperanza
de vida de la población, a medida que se va desarrollando un, cada vez más
grande, ambiente libre de humo.