Para poder realizar un informe sobre estos
distintos procesos por los cuales atravesó y atraviesa el país, es importante
primero señalar el significado de cada uno de ellos. Si nos avocamos a esto,
hay que decir que, la agriculturización, es el predominio de la producción
agrícola por sobre la producción ganadera, fomentada por una demanda del
exterior de los productos de agricultura a muy buenos precios. De este proceso,
devienen los denominados pampeanización y sojización.
Con
respecto al primero, debemos decir que éste ocurre cuando las producciones
propias, en la Argentina, del sector pampeano (comprendido entre las provincias
de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Buenos Aires y La Pampa), son trasladadas a
otros sectores productivos del país. Este cambio no resulta productivo, ya que,
al movilizar las producciones de esta zona a otras zonas del país, se están
alterando los patrones productivos debido a que las zonas en donde se
relocalizan las producciones, se caracterizan por tener suelos de poca o mala
calidad. Por esta razón, hablamos de región pampeana y extrapampeana. Las zonas
extrapampeanas, son aquellas zonas productivas a donde son trasladadas las
producciones fuera de la región primeramente mencionada. Como este proceso se
lleva a cabo en suelos de baja calidad, el mismo es improductivo, también,
debido a que aquí se producen productos de menor calidad y, como consecuencia
de la explotación intensiva que se hace de esos suelos, los mismos se vuelven
infértiles y dejan de ser productivos en el corto plazo.
Si
nos referimos a la sojización, debemos decir que, éste, es un proceso que
también se lleva a cabo en la zona pampeana, el cual consiste en, solamente,
producir soja. Cabe señalar que este cambio se da fomentado por el precio al
cual se vende el grano de soja al exterior, el cual es muy accesible, y la
demanda que existe del mismo en el mercado externo. Pero este proceso también
tiene sus notorias desventajas, ya que, este suelo en donde se cultiva intensivamente
la soja, con el uso de agroquímicos y fertilizantes, el suelo que antes era
rico en nutrientes, va perdiendo esa cualidad y se erosiona. Es por esta razón,
que sostener durante un largo período de tiempo la producción en un mismo
suelo, garantiza, por un lado, la improductividad del producto en un futuro
próximo y, además, produce que las generaciones futuras no puedan hacer un uso
de estos suelos. Otro dato que es importante destacar, es que todos estos
procesos afectan de forma directa a la economía del país ya que, por ejemplo,
con la erosión y la pérdida de calidad de los suelos, productos que antes se
podían conseguir fácilmente y a un precio más accesible, hoy día, cuesta más
obtenerlos y, a esto, se le suma el aumento en la demanda del mismo, lo que
provoca un incremento en los precios del cultivo.
Retomando
y ahondando en el concepto de agriculturización, hay que señalar que este
proceso se inició, aproximadamente, en los años 70, como ya fue mencionado
previamente, en la zona de la región Pampeana. Esta revolución se basa,
principalmente, en la introducción del cultivo de la soja (el cual requiere un
paquete tecnológico para su óptimo desarrollo), por eso, como también fue
citado con anterioridad, decimos que este proceso fue el originador del proceso
de sojización. Además, también se mejoraron los cultivos como el trigo y el
maíz gracias a las innovaciones genéticas, de las cuales estas semillas no
estuvieron exentas. Cabe aclarar que este proceso fue apoyado por la creación
del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), también, como ya fue
citado, contribuyó a esto la demanda del exterior de los distintos cultivos que
se incrementó y el buen precio al cual se comercializaban los mismos. De esta
forma, el sector agropecuario en la economía Argentina, constituye un elemento
de suma importancia para la misma y está dada por las exportaciones de
oleaginosas como, por ejemplo, soja o girasol, y los cereales, como, por
ejemplo, trigo o maíz. Y, si queremos hablar de una de sus inmediatas
consecuencias, el avance de la frontera agraria, hay que señalar, en primer
lugar, que la frontera agraria, es la zona de división entre las tierras
ocupadas con cultivos o cría de ganado y las tierras no ocupadas por
actividades agrarias, donde sólo crecen especies naturales (que, a veces, se
aprovechan, por ejemplo, para actividades como la caza, la recolección de
frutos y la explotación maderera). Además, existe otro tipo de frontera: la
agrícola. Se denomina así, a la zona de división entre las tierras ocupadas con
cultivos y aquellas que nunca antes fueron cultivadas y donde se desarrollan la
ganadería o actividades no agrarias. El avance de estas fronteras, está
estrechamente ligado al proceso de asentamiento de la población y de apropiación
de las nuevas tierras por parte de los productores, quienes organizan en ellas
sus explotaciones agropecuarias. Es importante señalar que este proceso afecta
a la naturaleza de los suelos, ya que son reemplazados algunos de los elementos
naturales (como la vegetación natural, por ejemplo), por otros nuevos, como los
cultivos.
En Argentina, el avance de la frontera agraria, ha hecho sentir sus efectos en
las siguientes zonas: el área de transición entre la llanura chaqueña y las
sierras Subandinas a lo largo de las provincias de Jujuy, Salta, Santiago del
Estero, Tucumán y Catamarca (está, es el área conocida como “umbral al Chaco”);
también, el Este de Santiago del Estero, y el Norte de Entre Ríos vieron los
efectos que causó el avance de la frontera agraria. Gracias al cultivo de la
soja, en estas últimas tres provincias nombradas, este avance estuvo mayormente
acentuado.
Si al
proceso de pampeanización queremos referirnos, debemos decir que, éste, es un
proceso el cual se intensificó en los últimos años, por lo que los cultivos
típicamente pampeanos como las oleaginosas ya no son solo de esta región y
también se producen en otras regiones llamadas, como previamente fue
mencionado, regiones extrapampeanas y, también, sobre áreas que, originalmente,
se dedicaban a la producción de otros cultivos.
Con
respecto a l proceso de Sojización, hay que señalar que es un proceso derivado
de la agriculturización, al igual que la pampeanización, el cual comenzó,
también, en la década de los ’70 y se fue multiplicando durante los últimos
años, gracias al importante aumento de la demanda mundial de granos de este
cultivo y sus derivados, destinados, principalmente, a la complementación de la
alimentación de los animales en Europa y China y, también, para el consumo
mundial de aceites vegetales, entre ellos, el de soja, demanda que también
aumentó. Este aumento en la demanda, trajo aparejado consigo un considerable
aumento de los precios internacionales de estos productos, lo que generó un
escenario sumamente propicio para que los productores invirtiesen en este
cultivo. El crecimiento de la soja en nuestro país, tuvo una acentuación
espectacular hacia mediados de la década de 1990, con las innovaciones
genéticas aplicadas a esta semilla (implementación de la soja transgénica), lo
que dio lugar a que este proceso se acentuase
en nuestra agricultura. Además de registrarse un aumento extraordinario
en el volumen de producción obtenido, también se registraron avances de este
cultivo hacia áreas extrapampeanas, como Salta, Chaco y Santiago del Estero
que, hasta ese entonces, se dedicaban a la producción de otro tipo de cultivos
tradicionales, como la caña de azúcar en Tucumán y el algodón en el Chaco, o
las actividades ganaderas, con la consiguiente disminución del stock de cabezas
de ganado. En el Chaco, por ejemplo, el incremento de la superficie cultivada
con soja, fue del 500%, lo que hizo que, junto con las condiciones climáticas
que no eran favorables, se desplazase al segundo lugar al cultivo tradicional
chaqueño: el algodón. Este, es un ejemplo que refleja la profundidad del
proceso de sojización. Esto se hace más evidente, si tomamos en cuenta que esta
expansión de la soja se produjo aun cuando las condiciones edafológicas, es
decir, del suelo y las climáticas, no son favorables para desarrollar este tipo
de cultivo de manera sustentable en esas áreas. Otro dato importante a
destacar, es que el reemplazo progresivo de los cultivos tradicionales, por
cultivos típicamente pampeanos en las áreas extrapampeanas, se vio impulsado,
principalmente, por los grandes productores, las agrupaciones de inversiones
(pools de siembra) y los contratistas. Estos últimos tienen una gran influencia
en este último hecho mencionado, debido a que son ellos quienes proveen la
maquinaria, el paquete tecnológico, el almacenamiento y, muchas veces, son
quienes manejan el circuito de distribución en el ámbito internacional.
En
cuanto al aumento de los rendimientos agrícolas, esto lo podemos ver en el
aumento progresivo de la producción de los distintos cultivos en la Argentina.
Medido en toneladas, podemos ver un aumento en el Girasol (1973: 880.000; 1988:
2.915.000; 2008: 4.650.365), en el Lino (1973: 330.000; 1988: 535.000; 2008: en
este año, podemos ver cómo cae la producción de este cultivo, el cual es reemplazado
por otros cultivos. La producción en este año cayó a 9.564 toneladas), en el
Maíz (1973: 9.700.000; 1988: nuevamente se presencia una caída. La producción
alcanzó las 9.200.000 toneladas; 2008: aquí se nota un ascenso muy grande en la
producción. La misma, alcanzó las 22.016.926 toneladas), en la Soja (1973:
272.000; 1988: 9.900.000; 2008: 46.238.087) y, finalmente, en el Trigo (1973:
7.900.000; 1988: 9.000.000; 2008: 16.347.722).
Esta imagen muestra una clara sojización en nuestra agricultura en la zona
pampeana y chaqueña.
Aquí se
puede ver, claramente, una profundización, también, en la pampeanización de
nuestra agricultura.